POTENCIAS COLONIALES MENORES

Durante la Edad Moderna, más allá de los grandes imperios transcontinentales de Portugal, España, Inglaterra, Holanda o Francia, hubo otros proyectos coloniales modestos, desde colonias de breve duración a expediciones fallidas.

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Potencia europea del siglo XVII, especialmente tras la Guerra de los 30 años, dominando buena parte del norte de Europa y emprendiendo distintas empresas coloniales fuera del continente. Sin embargo, sus posesiones no fueron duraderas. En América del Norte se desarrolló la colonia de Nueva Suecia (1638-1655) en el territorio que hoy pertenece a los estados de Delaware, Nueva Jersey y Pensilvania en los actuales Estados Unidos, hasta que esta sucumbió ante la presión de los colonos holandeses. Los suecos también establecieron colonias en África, la llamada Costa de Oro sueca (Ghana, 1650-1663), alzando varios fuertes y puestos coloniales. En 1784 Suecia adquirió la pequeña isla caribeña de San Bartolomé, tras un intercambio de territorios con Francia. Fue vendida de nueva al país galo en 1878.

El imperio colonial danés, a menudo olvidado, estuvo presente en cuatro continentes y tuvo un impacto humano, comercial y cultural muy significativo y prolongado en sus dominios, a pesar de su discreta extensión en comparación a otras grandes potencias. Heredera de antiguas posesiones noruegas como las Feroe o Islandia, bajo Cristian IV (1588-1648) se inició una expansión más allá del continente europeo: en África la Costa de Oro danesa (1658-1850, actual Ghana), de la que aún se conserva buena parte de sus fuertes, plazas importantes en la India como Tranquebar (1620-1845), o el redescubrir de Groenlandia (1721), que permanece bajo la administración danesa. Los daneses también se fijaron en el Caribe, desde la adquisición de St. Thomas (1672), a la que seguirían San Juan y St. Croix, formando las Indias Occidentales Danesas, importante centro de comercio de esclavos y azúcar. Las islas permanecieron en manos danesas hasta que fueron vendidas a Estados Unidos en 1917.

El Ducado de Curlandia y Semigalia (hoy Letonia), vasallo de la Mancomunidad Polaca, vivió su momento álgido bajo la dirección del duque Jacob Kettler (1642-1682), el cual desarrolló una importante marina y se aventuró a colonizar, en busca de riquezas, la isla Tobago (1654-1659/1680-1690) y las orillas del río Gambia en África (1649-1660). Sin embargo, las empresas tuvieron una existencia efímera y estuvieron en permanente disputa con otros colonizadores. El duque es hoy una figura nacional en el país letón.

Con Klein-Venedig (1528) en Venezuela como precedente de colonialismo alemán, Brandeburgo-Prusia emprendió entre los siglos XVII y XVIII su pequeña empresa: Costa de oro brandemburguesa en Ghana (1682-1721) alzando varios fuertes donde comerciar con los nativos, o la isla de Arguin en la actual Mauritania, un puesto comercial estratégico en una ruta clave; los alemanes también adquirieron las pequeñas islas caribeñas de San Tomás y de los Cangrejos. En 1738 la compañía brandemburguesa se declaró insolvente y vendió sus últimas posesiones en el Caribe.

El Ducado italiano de la Gran Toscana tuvo un intento de colonización cuando Fernando I envió al capitán Robert Thornton a explorar el norte de Brasil en 1608. Cuando este ya había elegido Guayana como asentamiento, la muerte del Gran Duque paralizó todos los planes.

Una empresa de solo 14 años de duración (1651-1665). Los caballeros, a iniciativa del noble francés Longvilliers de Poincy y la aprobación del Gran Maestre Lascaris, compraron cuatro islas caribeñas: San Cristóbal, San Martín, Santa Cruz y San Bartolomé.

Durante la colonización de América hubo algunos asentamientos poblados parcial o totalmente por escoceses, destacando Nueva Escocia en Canadà (1629-1632) o el este de Nueva Jersey (1683-1702). Pero su empresa más conocida fue Nueva Caledonia, el desastroso intento de colonizar la región de Darién en Panamá (1695).

La Monarquía Habsburgo también tuvo pretensiones de conseguir colonias en la segunda mitad del siglo XVIII, pero sus intentos acabaron en sendos fracasos por falta de apoyo o rivalidades. Brevemente, la compañía de Ostende austríaca consiguió los puertos de Banquibazar y Cabelon (India) y el aventurero William Bolts intentó colonizar Delagoa (Mozambique) y las islas Nicobar (India).

El Sultanato de Omán fue una potencia marítima, mercantil y esclavista que hacia el siglo XVII consiguió arrebatar a los portugueses buena parte de sus plazas en la costa suahili africana, creando una vasta red comercial que tenían como epicentro Zanzíbar. También dominó una franja de la costa persa y el puerto de Gwadar (Pakistán). A mitades del siglo XIX, Omán acusó el desgaste y fue sustituida por una independizada Zanzíbar como potencia regional del océano Índico, lucrándose del marfil, de especias como el clavo, y muy especialmente del tráfico de esclavos.

El Imperio Ruso también puede considerarse una potencia colonial transcontinental ya que a partir del siglo XVIII se expandió por Norteamérica: las islas Aleutianas, Alaska, e incluso tan lejos como fort Ross en California, además de infructuosos intentos en Hawái. Algunos autores también señalan la administración otomana con su vasallos como una política colonial.

Todos estos estados se lucraron del comercio transoceánico mundial y de las riquezas locales. Hay que destacar la activa participación en el tráfico de esclavos del Sultanato de Omán, Dinamarca, Suecia o Brandeburgo.

Publicado por Iskande

Historiador y divulgador.

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