Entre finales del siglo XIX y mediados del XX hubo desde Guinea hasta el Congo Belga un grupo de sectas caníbales de culto ancestral que causaron impacto mundial por sus crímenes y sus prácticas rituales. Su existencia fue un verdadero quebradero de cabeza para las potencias coloniales. Seguido con detenimiento por la prensa internacional, las historias de estas sociedades se cultivaron en la literatura y la ficción. Entre 1850 y 1950 murieron de forma misteriosa unas 1000 personas que podrían haber sido asesinadas por los llamados hombres leopardo.

ORÍGENES Y ACTUACIÓN
Las raíces de estas sociedades se encuentran en el culto africano a los antepasados y a los espíritus, y al carácter sagrado y totémico de muchos de sus animales. La creencia de su adoración se basa en el hecho de que un humano pueda poseer un animal o que un animal pueda poseer un humano, con todo la fuerza, agresividad y poderes mágicos que puede ofrecer. La transformación en animales (teriantropía) era una creencia muy habitual en África, similar a otros cultos como los conocidos licántropos o hombres lobo. Estas sociedades aprovechaban su posición para atemorizar a otras tribus y ganarse una posición social, pues se creía que poseían facultades mágicas. El leopardo, símbolo de fuerza y poder, rey de los animales, protagonista de numerosas leyendas africanas y respetado y temido desde tiempos ancestrales, fue el principal animal de culto de estas sociedades secretas.

La sociedad leopardo era una sociedad secreta nacida en Sierra Leona a finales del siglo XIX de la que se creía que sus miembros eran capaces de convertirse en fieras gracias a rituales de brujería. Sus miembros creían que la práctica del canibalismo ritual fortalecía a la sociedad secreta y a su propia tribu. De esta forma, se disfrazaban con pieles de animales y se armaban con dientes y afiladas garras de animales con las que asesinaban a visitantes y viajeros, pero también a hombres y mujeres locales.
Estos individuos solían ser hombres jóvenes que eran seleccionados por los ancianos de la tribu y apartados desde muy pequeños, se les practicaba la circuncisión y debían pasar un durísimo entrenamiento en una zona aislada para convertirse en miembros. Como rito de iniciación tenían que matar a un familiar muy próximo. Llevaban una vida ordinaria en su sociedad para mantener el secretismo de sus actividades. En sus actuaciones, los hombres leopardo bebían una poción mágica (la borfima, una droga), su principal objeto de culto, que precisamente se ungía con grasa humana. Llevaban vestimentas de animal y máscaras para no ser reconocidos, imitaban los sonidos de los leopardos e iban armados con cuchillos y garras considerados mágicos. Atacaban por la noche en zonas de bosque o matorral, dejando un rastro de personas asesinadas, mutiladas y en su mayoría evisceradas. A veces había lesiones en el cuello o el pecho, en otras faltaban extremidades, la cabeza o se les habían abierto las tripas.

“Hombres de edad madura, más allá de su mejor momento, que se reunían en cónclave secreto y regularmente mataron víctimas humanas en una forma de sacrificio. Luego comieron la carne de sus víctimas, con miras a “aumentar sus poderes viriles”. Este acto de comer los unía y reforzaba su identidad como leopardos. En cualquier caso, el principal objetivo de la Human Leopard Society era conseguir grasa humana con la que ungir la Borfima” Informe de la Comisión Colonial Británica de Investigación en Sierra Leona, 1915

Fuente: https://newafrikan77.wordpress.com/2018/02/19/leopard-men-society-of-the-congo-killmonger-jaguar-leopard-resistance-to-colonialism-misconception-through-fiction-literature/
Era muy habitual realizar cortes en el cuerpo para parecer que fuera obra de las garras de un leopardo. Las vísceras, la sangre, los intestinos o el corazón era repartidos entre los miembros del culto. La sangre y los órganos del cuerpo de las víctimas se usaban para apaciguar a los malos espíritus, curar enfermedades, prevenir la pobreza y los ataques espirituales. Los miembros a menudo bebían la sangre sobrante para tener más fuerza antes de ir a su próxima cacería.
Más allá del relato tradicional lo cierto es que este sanguinario culto fue aprovechado por los jerarcas o hechiceros locales para imponer su poder y castigar a cualquiera que los intentara desafiar, ya fueran otros caciques o la administración colonial blanca, pues estos hombres actuaban como sicarios para el mejor postor. Muy probablemente sus actuaciones tenían una intencionalidad política final: desestabilizar las autoridades coloniales y restaurar las jerarquías tribales tradicionales.

EL IMPACTO
Entre los siglos XVII y XIX, cuando los europeos empiezan a colonizar buena parte del continente africano, aparecen las primeras menciones a la existencia de «feroces tribus caníbales vestidas con pieles de leopardo» o «la práctica ritual de quema de personas vivas». La sociedad leopardo, también conocida como Anioto, es mencionada por primera vez en la literatura en la obra «Sierra Leona: o la tumba del hombre blanco» de George Banbury (1888). Poco tiempo después se produce el incidente del juego de Tongo (1891), que reunió a varios jefes de las tribus de Gangama, Gbangbama, Yandegu entre otras, y que terminó con ocho personas quemadas vivas en un ritual específico. Se cree que la secta del leopardo pudo estar detrás de estos crímenes de terror político. En los años siguientes el gobernador colonial prohibió estos juegos, las vestimentas de leopardo o el uso de cuchillos rituales. Un brote importante de asesinatos se produjo tras la Primera Guerra Mundial, entre 1914 y 1920. Se realizaron unas cuatrocientas detenciones de sospechosos y algunos de sus miembros fueron ejecutados, debilitando la secta. Sin embargo los hombres leopardo continuaron actuando en la clandestinidad.
La sociedad no solo actuó en Sierra Leona sino que se extendió a otros países como Liberia, Costa de Marfil, Nigeria o el Congo. Unos de los grupos de hombres leopardo más conocido fue el que entre 1934 y 1936 causó una serie de asesinatos en el Congo Belga. Si anteriormente se pensaba que los ataques eran obra de leopardos, un pico de asesinatos a mediados de los años treinta propició el inicio de las investigaciones por parte de las autoridades; con el tiempo se concluyó que estas agresiones se debían a las disputas entre dos clanes rivales, los Wanande y los Bakapombe. Entre 1945 y 1947, una sociedad de hombres leopardo mató a más de 100 personas en el distrito de Malabar, en Nigeria. Los ataques iban dirigidos contra hombres blancos. Terry Wilson, un oficial de un distrito al este de Nigeria, descubrió los atuendos de leopardo en casa de un jefe local y tras cavar en los alrededores, encontró los restos de 13 víctimas. Wilson tuvo que emprender una dura guerra contra la secta, solo consiguiendo su detención con un refuerzo de 200 policías y la ardua de tarea de demostrar a la población de que no se trataba de seres sobrenaturales.
OTRAS POSIBLES SECTAS SECRETAS
La sociedad Negee o Sociedad del Cocodrilo, es otra nombrada secta canibalística de la región de Liberia y Sierra Leona que habrían cometido indeterminados asesinatos entre finales del siglo XIX y 1950, simulando ser ataques de cocodrilo. Se la consideraba una imitación de la Sociedad del Leopardo. Creían que al comer carne humana adquirían la capacidad de transformarse en cocodrilo. Bajo otros nombres hay una multitud de hermandades africanas similares, que bajo el culto animista están estructuradas como organización criminal siguiendo el modelo de la sociedad leopardo. Así se puede hablar de hombres león en la región de Tanganika, hombres hiena en Nigeria, y hombres babuino o hombres pantera en África central. Aún hoy se discute si estas sectas están extintas, ya que algunos asesinatos recientes se han relacionado con sociedades secretas animistas.
EN LA FICCIÓN
Bajo un terrible fondo verídico, rituales ancestrales, hombres bestia, tribus caníbales, tierras salvajes e inexploradas, son elementos que convierten los hombres leopardo en una imagen popular en el imaginario ficticio. Así son presentes en muchas novelas de aventuras, cómics y revistas llamadas para «hombres». El mito es trasladado al cine, e incluso hay versiones que presentan una variante (objeto sexual), la mujer leopardo. Algunas referencias literarias son Tarzán y los hombres leopardo de Edgar Rice Burrows (1931), Tintín en el Tíbet de Hergé (1931), The Black Claw, donde el personaje principal, Alix, lucha contra los hombres leopardo (1959), Aventura africana de William Price (1963) o Le Etiopiche de Hugo Pratt (1978). Las inspiraciones de los hombres leopardo llegan hasta hoy, como puede verse en la película Black Panther (Marvel, 2017)
