LEJOS DEL IMAGINARIO CONTEMPORÁNEO DE LOS NINJAS, DURANTE EL PERIODO DE LOS ESTADOS COMBATIENTES DE JAPÓN (1467-1615) HUBO AL SERVICIO DE LOS SEÑORES DE LA GUERRA UNA RED DE ESPIONAJE FEMENINO: LAS KUNOICHI. ENVUELTAS EN UNA AURA DE MISTERIO EN LA HISTORIA, ESTAS MAESTRAS DE LA ACTUACIÓN, DIRIGIDAS POR LA NOBLE CHIYOME MOCHIZUKI, SE INFILTRABAN EN LOS HOGARES ENEMIGOS PARA CONSEGUIR INFORMACIÓN PRIVILEGIADA.
En una gran mansión del Japón feudal del siglo XVI, una bella y aparentemente inocente sirvienta está apunto de culminar la misión secreta para la que ha sido entrenada:

En cierto momento, la kunoichi debe decirle a la esposa del maestro de manera casual y sin importancia que quiere enviar un cofre de madera, el cual le ha dejado a alguien. Nadie sospechará que ella podría tener una estratagema, en absoluto: incluso un guerrero extraordinario o uno con la mente más ingeniosa del mundo no lo concebirá, y es aún menos probable que la esposa en cuestión tenga dudas. así que seguro le dará permiso para que llegue la caja. Entonces la agente femenina debe informar de antemano a los guardias de la puerta sobre la llegada del cofre. Antes de que llegue, debes hacer que alguien se esconda dentro del cofre, antes de que llegue a la puerta del castillo. Este baúl debe tener un doble fondo y la ropa debe colocarse en la parte superior. Además, está bien que el fondo sea pesado y debe ser transportado por dos hombres. Sun Tzu dice: Al principio, muestra la timidez de una doncella, hasta que el enemigo te dé una oportunidad; luego emula la rapidez de una liebre corriendo, y será demasiado tarde para que el enemigo se oponga.
Los incautos guardas apenas han revisado el cofre perteneciente a una dama de la casa. Una vez dentro, la joven sirvienta pide que la caja se coloque en la estancia de los criados. Cae la noche. El silencio y el sueño reinan en la morada, pero la doncella no duerme. Bajo su guía, una sombra ha salido del cofre, y amenazante, se dirige a los aposentos del señor, para completar la ansiada venganza.
El kakuremino no jutsu mencionado anteriormente debe usarse cuando hay muchas personas que te conocen y nada más parece tener éxito. Esta habilidad es del más alto secreto y, por lo tanto, existen tradiciones orales que la acompañan. Si este arte se usa correctamente durante tu misión shinobi, no hay castillo en el que no puedas infiltrarte, sin importar cuán estrictamente esté protegido. Bansenshukai, capítulo 2, sobre la técnica del kakuremino no jutsu

El Japón del siglo XVI es un periodo convulso de luchas internas y señores de la guerra que se enfrentan incesantemente por extender su zona de influencia. En este contexto la obtención de información enemiga representa una gran ventaja táctica: los ninjas o shinobi, mercenarios entrenados como servicio de inteligencia, espían, sabotean y asesinan para el mejor postor. También las mujeres forman parte de esta red. Transformación, actuación, persuasión, belleza, inocencia, espionaje, asesinato. Entre la historia y la leyenda se encuentran las kunoichi, las mujeres ninja, que si bien mantenían algunas características comunes con los ninjas masculinos, diferían en el uso de las artes de la seducción y del género como ventaja (Kunoichi No jutsu o el Arte de la Agente Femenina, Bansenshukai, (1676).
“Se trataba solo de una mujer, nadie sospecharía de ellas”
Estudios modernos, aún sin ser concluyentes, interpretan que durante el periodo entre 1561 y 1582 decenas de mujeres fueron reclutadas y entrenadas por la líder del santuario sintoísta de Netsu, (provincia de Shinano): Chiyome Mochizuki. Estas jóvenes de origen muy humilde, eran educadas y convertidas en perfectas sirvientas, geishas o sacerdotisas miko, y como de si un caballo de Troya se tratase, se infiltraban en los hogares enemigos para alcanzar un objetivo. Una delicada y paciente tarea que podía significar años de trabajo sin apenas comunicación alguna con su mentor y el permanente riesgo de ser descubierta. La mayoría de las imágenes modernas de las ninjas femeninas provienen de los estereotipos de las obras de cine y televisión. Y es que el imaginario ninja y en particular el de las kunoichi, ha sido alterado desde mitades del siglo XX cuando la literatura y el cine japonés las convierten en un elemento erótico y a la vez, en luchadoras fabulosas y asesinas implacables que manejan todo tipo de armas secretas, desde el abanico tessen hasta el neko-te (garra de gato).

EL JAPÓN DE LOS ESTADOS COMBATIENTES
A mitades del siglo XVI Japón se encuentra en un estado de desorganización y inestabilidad política muy importante que persiste desde la guerra Onin (1467-1477). La autoridad central es prácticamente inexistente y los señores feudales y los más poderosos de entre todos ellos, los daimios, legitiman su creciente poder mediante el control de la tierra y la capacidad militar. Hacia 1560 y por primera vez desde mucho tiempo atrás, algunos daimios obtienen suficiente influencia como para luchar por el poder absoluto: es entonces cuando se iniciará un periodo de conquista y largas guerras a través de tres figuras capitales, los tres grandes unificadores del país: Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, el primer Shogún (gobernante de facto del país). Este periodo de guerra civil es conocido como Periodo Sengoku.

Oda Nobunaga (1534-1582), partiendo desde una posición privilegiada en el centro del país, conquistó la capital Kioto, debilitó gravemente el poder de los centros budistas y acabó con el poder nominal de los Ashikaga, el frágil clan gobernante. A través de sus conquistas militares sobre otros señores, sus dominios se ampliaron hasta conseguir controlar la tercera parte del país. Eran los cimientos de la futura unificación. Tras sus asesinato, tomará las riendas del poder su antiguo vasallo Toyotomi Hideyoshi (1537-1598), convertido en regente imperial, imponiendo la centralización política y administrativa del país. Hideyoshi incluso se aventurará a invadir Corea en las expediciones de 1592, empresa militar que acabará en fracaso. Tokugawa Ieyasu (1543-1616) completará la unificación del país tras la decisiva victoria en la batalla de Sekigahara (1600), convirtiéndose en el primer Shogún del Japón unificado.

LOS SHINOBI
La nobleza samurái, la clase guerrera por excelencia, serán unos de los actores de una estrategia militar en pleno proceso de transformación: la introducción del arcabuz en las islas por parte de los portugueses (1543), aporta nuevas posibilidades en el campo de batalla, magistralmente empleadas por Oda Nobunaga con la creación del cuerpo de los ashigaru, campesinos convertidos en infantería ligera con arcabuces, decisivos en la crucial batalla de Nagashino (1575). El sabotaje, la anticipación, el conocimiento sobre el enemigo y la guerra psicológica también son determinantes: es el arte de la guerra en todo su conjunto: los mismos señores feudales entenderán la importancia de estos factores en el transcurso de sus luchas: hay la necesidad de disponer de unas fuerzas especiales y secretas. Los shinobi.

Los shinobi o ninja eran campesinos o granjeros, gentes de clase baja, convertidos en mercenarios, reclutados por distintos señores de la guerra para ejercer funciones de espionaje, sabotaje y asesinato. Sus técnicas formaban parte del complejo Ninjutsu (“El arte del escape”), un arte marcial y filosófico de influencias chinas con 20 disciplinas diferentes. Un autentico modo de vida que incluía técnicas de supervivencia y de connivencia con la naturaleza; camuflaje, el uso de varios tipos de armas (sable, cadenas, naginata, estrellas shuriken), el combate cuerpo a cuerpo, el uso de hierbas medicinales, el empleo de artefactos explosivos, la orientación y la meteorología, la espiritualidad, y muchas otras facetas. Se cree que los ninjas surgieron en el mismo periodo que los samuráis, en los siglos X-XI, y que tienen su origen en los monjes ermitaños de las montañas, los Yamabushi. Es a finales del periodo Sengoku, cuando estallan las guerras entre los gobernantes y clanes de Japón, donde los ninjas adquieren más importancia y los nombres de algunos de ellos pasarán a ser legendarios. Es más importante que nunca tener la ventaja táctica de la información para vencer a tus enemigos. Entre los clanes ninja, contabilizados en unos setenta a finales del siglo XVI, sobresalen dos casas famosas por su rivalidad: Koga e Iga, . El mundo de los shinobi cuenta básicamente con tres textos históricos: el Ninpiden, un conjunto de pergaminos y técnicas escritas por el famoso ninja Hattori Hanzo hacia 1560, y el Bansenshukai y el Shoninki, los dos manuales del ninjutsu escritos por Fujibayashi Yasutake en el siglo XVII.

EL CONCEPTO DE KUNOICHI
El enigma que envuelve a las mujeres ninja, llamadas, kunoichi, ya es presente en su propia denominación. La etimología de la palabra “kunoichi” presenta algunas controversias. Por un lado, su traducción parece ser «mujer», ya que su kanji (uno de los tres sistema de escritura japonés, utilizado para expresar conceptos) se asemeja mucho. Por otra parte, una de las teorías más extendidas es que su traducción es “Uno de nueve”, referido a que las mujeres tienen un orificio más que los hombres (orificio vaginal), dando a entender las habilidades de su uso; otros autores creen que el término es apócrifo (inventado por el escritor Futaro Yamada en su novela novela Ninpō Hakkenden de 1964). Parece claro que el término no era habitual en el periodo Edo (1603-1868). En el Basenshukai, el manual de los clanes ninja de Koga y Iga compilado por Fujibayashi Yasutake en 1676, es mencionado el Kunoichi-no-jutsu, la técnica para utilizar a la mujer para el espionaje. “Las mujeres pueden entrar donde los hombres no lo pueden hacer” Esta mención podría referirse a el uso de mujeres como agentes especiales. Es decir, pudieron haber existido mujeres que ejercieran como shinobi, sin embargo, nunca hubo un término real para ellas hasta que en los años sesenta Yamada inventó un apodo para este grupo.
Las referencias históricas sobre estas agentes femeninas son muy escasas, apareciendo tan solo en el mencionado Bansenshukai y en alguna referencia en pergaminos del periodo Edo. Apenas conocemos los nombres de las mujeres que ejercieron de kunoichi. Sin embargo, hay una mujer que sobresale en todas sus leyendas. Su fundadora y cabeza pensante: Chiyome Mochizuki, también llamada Mochizuki Chiyojo o Mochizuki Chiyo. Figura legendaria y controvertida, mencionada tan solo por investigadores modernos, como una posibilidad todavía por esclarecer, es llamada la fundadora de este cuerpo de mujeres espías.

LAS KUNOICHI, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA El investigador Shishei Inagaki apunta en su obra Investigación de la Historia Japonesa (1971), que en 1561, Takeda Shingen, uno de los más poderosos señores feudales del periodo, aprovecharía la posición estratégica de Lady Chiyome, con su alto estatus social (viuda del samurái Mochizuki Moritoki y descendiente de ninjas de Koga) para concederle el título de sacerdotisa suprema del templo de Netsu y encomendarle una importante misión secreta: Reclutar y entrenar un grupo de mujeres ninja que se harían pasar por sacerdotisas miko: mujeres respetadas e incluso temidas por su habilidades artísticas, adivinatorias y chamánicas; con una inusual capacidad para viajar libremente y acceder a hogares, mansiones y castillos, y por lo tanto una excelente herramienta para espiar a sus enemigos y enviar mensajes e información a sus aliados. Es el nacimiento del mito de las kunoichi. Y es que a mediados del siglo XX, estudios basados en fuentes contemporáneas, la literatura y el séptimo arte se encargarán de dar forma a la leyenda de las kunoichi, que hoy forma parte de nuestro imaginario popular. Sin embargo, algunos especialistas actuales afirman que detrás de las leyendas hay indicios históricos que señalan que pudo haber existido algún tipo de red de espionaje femenino en el Japón feudal.

PARA SABER MÁS:
Shiba, Ryotaro (2015). El Castillo de los Búhos. Madrid: Quaterni
Yasutake, Fujibayashi (2014). Bansenshukai. El espíritu de los ninja. Barcelona: Editorial Kairós.
Yoda, Hiroko, Alt, Matt; Kondo, Yutaka (Ilustr.) (2018). NINJA ATTACK!. Guía ilustrada de Samuráis, Asesinos y Forajidos de Japón. Madrid: Quaterni
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