De paraíso minero a ciudad fantasma. Esta es la historia de Kolmanskop, una pequeña Baviera de lujo creada a principios del siglo XX en medio del desierto del Namib, en el periodo en el que estuvo bajo control del Imperio Alemán. Tras el descubrimiento de diamantes, las grandes expectativas de prosperidad atrajeron a muchos comerciantes, buscadores de fortunas y familias enteras. Fue un éxito efímero. Tras ser superado por nuevos centros de extracción, el asentamiento quedó completamente abandonado. Invadida por las arenas del desierto, su particular historia y arquitectura la hacen hoy un nuevo y particular reclamo turístico de Namibia.

EL ÁFRICA DEL SUDOESTE ALEMANA
A pesar de que los portugueses exploraron la costa occidental del África Austral en el siglo XV, el impacto colonial europeo fue muy limitado en toda la región. Esta presencia no se incrementó hasta el siglo XIX, cuando se produjo la llegada de misioneros pertenecientes a la Sociedad Misionera de Londres, en el territorio de los nativos herero, y posteriormente, de la Sociedad Misionera del Rin. La huella de los alemanes en el territorio fue importante: no solo propagaron el cristianismo fundando muchas iglesias por todo el territorio, sino que transformaron la economía, con un activo comercio y agricultura.
Sin embargo fue en 1884 cuando la zona cayó definitivamente bajo control del Imperio Alemán, cuando el comerciante Adolf Lüderitz pidió protección al canciller Bismarck en su misión de construir un nuevo asentamiento. Nacía la ciudad de Lüderitz, situada en la costa sur de la colonia. La concesión del territorio al Imperio Alemán fue ratificada tras la Conferencia de Berlín. El territorio incorporó en 1890 la franja de Caprivi.

El Imperio envió gradualmente tropas para controlar las tensiones con los nativos, que iban en aumento. En 1885 se había fundado la Sociedad Colonial Alemana para el África del Sudoeste, con el apoyo de banqueros, políticos y industriales. Esta sociedad tendría el monopolio en la explotación de minerales, que tendría mucho que ver con el crecimiento de la colonia. Sus principales riquezas provenían de la pesca, el comercio de guano y marfil, de la agricultura de maíz, trigo y calabazas, y de una ganadería bovina y ovina en alza. La minería era otro elemento muy destacado: oro, platino y cobre. Estas piedras serian superadas por los diamantes, descubiertos de forma fortuita en 1908. Fue la colonia alemana más importante de todo el imperio; sus posibilidades económicas atrajeron a miles de colonos. En 1914 llegaron a ser 9.000 alemanes.
LAS GUERRAS HERERO
Las tensiones con los nativos estallaron con la rebelión nama de 1894, y de forma dramática en la guerra con los herero de 1904-1907. Los pobladores alemanes se habían apropiado por al fuerza de muchas propiedades nama, utilizando la legalidad europea. Los herero y las namaqua atacaron las granjas de los colonos, asesinando a decenas de alemanes. La Schutztruppe, o fuerza de seguridad, era una tropa móvil que solo disponía de 750 efectivos, por lo que tuvieron que enviar de urgencia miles de tropas procedentes de Alemania, que aplastaron a los Herero en la batalla de Waterberg (1904) y tiempo después a la rebelión Nama (1907-1908).

Los actos de guerra y las posteriores políticas de deportación, trabajos forzados, segregación y discriminación racial son definidos hoy como Genocidio Herero y Namaqua. Durante la Primera Guerra Mundial, la colonia alemana fue invadida por las tropas sudafricanas. Algunas fuerzas de la Schutztruppe, junto a combatientes bóer de la Rebelión Maritz, intentaron resistir huyendo al norte y empleando tácticas de guerrillas. En julio de 1915, la última resistencia capituló. El área quedó bajo Mandato de la Sociedad de Naciones a cargo de Sudáfrica.
LA FIEBRE DE LOS DIAMANTES DE LÜDERITZ
En 1908 el empleado Zacharias Zewala, halló por casualidad un diamante en la vecina estación de Grasplatz, y se lo mostró a su supervisor, August Stauch. Los dos encargados, Stauch y Nissen, compraron el derecho a extraer diamantes en un área de 26.000 kilómetros cuadrados y anunciaron su descubrimiento. Tras confirmarse la riqueza de la zona, Alemania declaró el área como «Sperrgebiet» o área de explotación de diamantes. Comenzaba una auténtica fiebre. El hallazgo provocó la llegada de muchos mineros, cazafortunas y comerciantes.

UNA PEQUEÑA BAVIERA EN MEDIO DEL DESIERTO
Con la finalidad de albergar a todos los colonos, se propuso construir una nueva ciudad, situada a unos 10 kilómetros de la costera Lüderitz. Su nombre, Kolmanskop (Kolmannskuppe), se remonta a un transportista llamado Johnny Coleman, quien durante una tormenta de arena abandonó su carro de bueyes en una pequeña elevación frente a las instalaciones. Se trataba de imitar una auténtica ciudad de estilo alemán en todas sus formas, a pesar de estar en una zona sin agua y completamente desolada, donde eran frecuentes las tormentas de arena.

La ciudad contaba con unos 400 habitantes alemanes y centenares de trabajadores nativos. Se construyeron viviendas para solteros y casados, y todo de tipos de edificios, funcionales, productivos, de servicios y de ocio: No faltaba de nada en Kolmasnkop: había una central eléctrica, un casino, una escuela, una panadería, una carnicería, cervecerías que elaboraban su propia cerveza, un fábrica para la producción de bloques de hielo, un hospital con capacidad para 200 personas, un salón de baile, un teatro, una bolera y varias majestuosas mansiones construidas en piedra. Recibieron una cálida bienvenida en Kolmanskop óperas y artistas de toda Europa. Hubo incluso una piscina de agua salada. Además, la ciudad estaba conectada por ferrocarril con Lüderitz. En 1911 se estableció electricidad en todos los edificios, cuando en muchos lugares de la propia Alemania no había electricidad. Una ciudad próspera y lujosa en medio de la nada, que podía dar cobijo a todo tipo de excentricidades de las clases altas. Una familia contaba como mascota con una avestruz, la cual aterrorizaba a los vecinos. La misma avestruz que arrastraría un trineo en las dunas para celebrar la llegada de Papá Noel.

La principal problemática que enfrentaba la ciudad era el agua, que debía ser transportada desde Ciudad del Cabo, a un millar de kilómetros de distancia. Tiempo después se consiguió obtener agua desalinizada en Lüderitz. El asentamiento prosperó de tal forma que se convirtió en uno de los principales centros de extracción de diamantes: el 11,7 % de la producción mundial de diamantes. A principios de la Gran Guerra se extraían unos 1000 kilos de diamantes. Kolmanskop se convirtió en la primera ciudad africana en disponer de Rayos X, precisamente para controlar que los mineros no ingirieran diamantes, y que no pudieran apropiarse de ellos de forma ilícita.

ABANDONO
Terminada la Gran Guerra y pasando la zona bajo control de la Unión Sudafricana, el pueblo continuó dando cobijo a muchos europeos en busca de diamantes. Kolmaskop era una de las comunidades más ricas de África; sus riquezas no eran compartidas con los pueblos indígenas de la región. Sin embargo, a partir de 1928 y especialmente en los años treinta, la situación sufrirá un golpe irreversible. Los nuevos hallazgos de diamantes en Oranjesmund, 270 kilometros al sur de Kolmaskop, y en la misma Sudáfrica, superaron al antiguo asentamiento como centros de extracción de la preciada gema, y los mineros abandonaron gradualmente la ciudad del desierto. Hacia 1956 la ciudad había quedado completamente abandonada. Convertida en una ciudad fantasma, poco a poco fue engullida por las arenas del desierto del Namib. Algunas edificaciones se derrumbaron, mientras que otras permanecieron intactas.

RECUPERACIÓN Y OPORTUNIDAD TURÍSTICA
Durante 25 años el pueblo pasó al olvido, hasta que hacia 1980 una empresa local minera (De Beers) empezó a realizar tareas de restauración con la intención de abrir un museo. En 2002 Namibia empezó a sacar partido a su pueblo enterrado en el desierto, ofreciendo tours exclusivos al área restringida. Hoy es un reclamo turístico para los más curiosos: se trata de uno de los pueblos fantasmas más llamativos del mundo, recibiendo 35.000 turistas al año. El gobierno de Namibia ofrece visitas bajo supervisión de un guía. La visita no esta exenta de peligros. No solo por las repentinas tormentas de arena o posibles derrumbes, sino porque hay serpientes y escorpiones entre las dunas. La zona esta bajo estricto control, pues existe riesgo de contrabando; aún hoy se pueden encontrar diamantes bajo la arena.

El legado colonial alemán de Namibia, aunque reducido, ha perdurado en el tiempo, y hoy se puede contemplar en ciertas costumbres locales, en la hermosa arquitectura de ciudades como Lüderitz, y en el idioma alemán, que es considerado idioma nacional, con todavía hoy 30.000 germanohablantes. Los restos de Kolmanskop son un testigo conmovedor de un pasado de explotación europea y lujo artificial. Las imágenes del pueblo enterrado son asombrosas y insólitas, y a la vez inquietantes. Aún se pueden ver juguetes entre la arena. Un estudio realizado en 2010 confirmaba que las estructuras de Kolmaskop siguen deteriorándose, por lo que pronto el pueblo podría sucumbir de forma definitiva bajo el desierto.

PÁGINAS CONSULTADAS
https://www.namibia-accommodation.com/listing/kolmanskop-ghost-town
https://www.faz.net/aktuell/gesellschaft/sand-in-sicht-16620702.html
Muy interesante e instructivo el artículo, no conocía esa ciudad fantasma de Kolmanskop. Sus imágenes son inquietantes. Un abrazo 🐾
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Muchas gracias Rosa por tu comentario, seguiremos indagando sobre ciudades fantasma del mundo 🙂 un abrazo
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